Se reconoce en ti mi cuerpo, que se desarregla como marea sin luna cuando te alejas.
Estremecido en el frío que emerge de ese espacio habitado por tu ausencia.
Desordenando los sentidos, enfrentando los sentimientos, alivio, desazón, incertidumbre, certeza, tortura, deleite, luces y sombras…
Todo ello cuando no me alcanza tu mirada, susurro antiguo que se enraíza en las entrañas la voz tuya, que me apresa como niebla.
Me sostienen tus palabras como hebras que ciñen mi flaqueza, me abates en tus silencios, universos sin atmósfera, palpito en el torrente de tu fuerza braceando, cegada por la esperanza de que en este baile de almas, alcance a descifrar tus tormentas.