Reconcile_ Arden Forest.
En este tiempo de la prisa y lo perecedero, de la falta de ánimo para la reflexión y el cultivo de las almas, a mí me ha brotado una inquietud profunda que extiende sus sombrías raíces inexorablemente.
En el vasto océano de letras y palabras, donde las historias navegan, se oculta un lamento, una triste verdad: el comercio de páginas que encierran susurros de papel arrugado y tinta descolorida.
Las palabras, antes confidencias del alma, son ahora moneda de cambio donde el valor se mide en estadísticas y ventas, y el arte se eclipsa bajo luz de gas.
Las musas, cautivas en jaulas de tendencias y cifras, lloran lágrimas de tinta mientras los sueños de los escritores se desvanecen en el eco distante de una venta más.
Y entre contratos y negociaciones, se desdibuja el alma misma de la literatura, atrapada en un laberinto de números y estrategias, donde la creatividad se marchita bajo el yugo del éxito comercial.
En los estantes de las librerías, se alinean las historias olvidadas, historias de mundos que nunca alcanzaron su plenitud, vendidos al precio de la popularidad efímera y el lucro desalmado.
La literatura se ve reducida a un simple producto, profano, donde el valor intrínseco se pierde en la transacción, donde su verdadera esencia se desvanece.