Es difícil fijar el rumbo de nuestra travesía. Y aunque durante un tramo de ésta la dirección sea clara, los caminos para llegar a cualquier parte son infinitos, como nuestras posibilidades de encontrarnos y perdernos en el viaje. Sin embargo, cuando la brújula señala ese horizonte añorado, debemos estar dispuestos a navegar incluso contra corriente. Es más arduo que dejarse llevar, pero no imposible. Avanzaremos despacio, pero avanzaremos si nuestras manos son firmes frente al timón. Y quizá en ese discurrir lento consigamos aprender a saborear con intensidad cada segundo que la vida nos ofrece.
Una forma de sentirte cerca, tu blog.
Bellas palabras, más hermosas aún cuando brotan de un corazón esponjado y bello.
Gracias.
Muchas gracias, Marisa, por tus palabras, que se que salen de otro corazón hermano.
Gracias por invitarme a tu blog
Bienvenido, Jesús.