NOWIEMBRE

Nada nuevo en esta pegajosa sensación de que el año, que ya está a punto de concluir, está resultando un año huero, temible, y en cuestión de análisis de la humanidad, estéril. Los primeros meses de desconcierto prendieron una pequeña llama de esperanza sobre un resurgimiento de conciencias, de la solidaridad y regeneración de nuestra especie.

A pesar del desconcierto y el inevitable temor a lo desconocido que había venido a cubrir el mundo con un manto de oscuridad y desaliento, la respuesta ofensiva de unión, coherencia y renovación nos insufló ánimos convirtiéndonos en globos que coloreaban los días de encierro y aislamiento.

Alcanzado el ecuador de este año, la primavera, retenida forzosamente en cada casa, explotó en las calles, en los países, en el mundo… Pero no fuimos capaces de prever la onda expansiva que arrastró tras ello. No sólo no superamos esta improvisada prueba, sino que volvimos a traer tormentas y tribulación.

Y hoy, un lunes cualquiera, del penúltimo mes de este inquietante año, me encuentro más desorientada que nunca. He ido perdiendo ese aire que me había elevado hacia un inconcreto anhelo y hacia una extraña ilusión. Me siento como el globo que va dando bandazos mientras se hace cada vez más pequeño y quebradizo.

Sigo atenta al calendario esperando encontrar ese día en rojo, festivo y prometedor que llene de mariposas nuestros labios y permita echar a volar nuestras manos.

Noviembre de 2020.

2 Comentarios

  1. Amatxu
    26 de noviembre de 2020 at 13:03

    Precioso comentario, como otros que he podido leer.
    ¿Son de tu autoría, laztana?

    Reply

    1. 26 de noviembre de 2020 at 13:14

      Sí, esta sección de «crónica» está pensada como una especie de diario personal. Quizá haciéndome eco de noticias que nos llegan cada día, o tan solo compartiendo mi estado de ánimo o, sencillamente, dejando mi pensamiento libre para juntarse en letras que lo redimensionen.
      Me alegro que te guste, ese es el fin.


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