SAN VALENTÍN

Me gustan los días señalados. Quizá porque pasamos por la vida demasiado rápido y esos días son como casillas donde hemos de pararnos y rebuscar en el interior para ser conscientes de lo que portamos, y que realmente importa. Quizá también puede ser que la niña que fui convive conmigo por derecho, o por despecho, no sabría explicar cuáles son sus motivos para compartir espacio con mi hoy, y vive esos días señalados en rojo, o simplemente subrayados, con una anticipación alborozada y ruidosa que pone patas arriba el orden que la practicidad debería imponer.

Días como hoy, San Valentín, son un despliegue pirotécnico de fuegos artificiales en el corazón y en la cabeza. El día del amor, ¿por qué no?, ¡hay tantas razones para amar! Y el amor no tiene un único destino; un único receptor; un único género; un único significado; una única naturaleza…

El amor es verdaderamente infinito, aunque resulte inexplicable, impracticable, incluso, algunas veces. ¡No te quiero más porque entonces exploto!, una frase capaz de elevarle a uno a la estratosfera, y dicha desde la sinceridad y espontaneidad más maravillosa.

Cada uno vive los días como mejor entiende, pero ¿no sería maravilloso que el mundo entero se pintara de rojo y celebrara un San Valentín infinito?

Yo amo mucho, y eso me hace resistir los días más feroces de esta realidad.

Leave a Reply