Comenzar la andadura
en noches de insomnio,
proseguir el camino
con ojos atentos
sin poder conciliar
la tranquilidad ni el sueño,
entre sombras eternas
de dudas y miedos.
Y superar las tinieblas
al ver sus miradas,
el sol más brillante
de cualquier mañana,
la fuerza que empuja
este viaje incierto
donde no hay imposibles
que contemple su celo.
