Daily Archives: 22 de julio de 2020

DESEO

Leer a través de los dedos
los mensajes recónditos
que esconde la piel.

Sentir el pulso de la vida
transitando a empellones
en las venas que se marcan
reveladas por el tiempo.

Notar el vello erizarse
como la espiga
cortejada por el viento,
ese suspiro ardiente
que sacude el volcán de donde nace,
en un fuego que se aviva
por el roce de las manos.

Tras la niebla

Idoia Mielgo Merino_firma

PALABRAS DE UN LUNÁTICO

Acudo a ti como tantas noches lo hice antes. Había olvidado, o deseado olvidar, mis requerimientos y tus cánticos, mi falta de convicción y tu influjo. Esta noche especialmente luminosa me ocultas parte de tu rostro. ¿Acaso te sentiste contrariada por mi ausencia?

Inmensa en el vasto infinito, regente de la oscuridad y las sombras tú, que otorgas deseos, aquellos ocultos, aquellos guardados y furtivos como tu órbita, a pobres almas que hasta a ti acuden dolientes y perdidas entregándote su voluntad a cambio de uno solo de tus besos. Tus besos. Que hielan el alma y nublan la razón. Transmisores de tu ancestral sabiduría.

Suspendida desde el principio de los tiempos. Vigilando con celo los infortunios que te rodean. Aquí me tienes, vuelvo a tu lado despojado de todo orgullo, sin exigencias ni reclamos, sin estruendo, quebrantado y desfallecido apelando a tu poder.

¡No…! No te ocultes. No te envuelvas entre nubes de despecho. He vuelto a ti ¿no es suficiente? Fui eterno amante de tu estela, errante acólito de tus sentencias. Te fallé, sí, abusé del poder ungido y me entregué a un mundo que exigía renunciar a ti.

Los lunáticos no están bien mirados en los dominios de la luz. Y robándote un último beso corrí hacia ellos, apartando mis ojos de tu semblante.>

Pero te llevo en mi sangre, la que a través de tu tacto volviste argentina, como un río de mercurio pesado y asfixiante, que me ha devuelto al extremo de tus destellos. Lo derroché, lo perdí todo… todo el vigor concedido, todo el misterio, toda capacidad de soñar.

Vuelvo a ser un pobre insensato, necesitado de tu proyección, de tu ascendiente. ¡Mírame, Luna! Mírame y déjame amarte de nuevo. Mi corazón se deshizo sin tu halo, tan solo tus cristalizadas caricias lo sostendrán, suspendido en el frío eterno de tu noche.

Idoia Mielgo Merino_firma

LA LUNA

Es un gran globo la luna
que todas las noches brilla
es blanca o es amarilla
duerme en el cielo sin cuna.

Cuando ella sale, yo duermo
dicen que cuida mi sueño
me gusta desde pequeño
a veces parece un cuerno.

No siempre tiene igual forma
se va haciendo menuda
de flaquita a barriguda
y hay días que está muy gorda. 

Vamos a enredar palabras

Idoia Mielgo Merino_firma

ENREDANDO PALABRAS

Hace ya una eternidad me gustaba pasar gran parte de mi tiempo libre jugando con mis hijos a descubrir cómo veían lo que les rodeaba. Eran pequeños aún, y apenas conocían más mundo que el de nuestro núcleo familiar. De ahí salió un proyecto que llamé Vamos a enredar palabras. Es hoy el día en que leo sus respuestas y no puedo dejar de sonreír. Su visión de las cosas era mucho más original que la mía, sin duda alguna. «¿Qué es el mundo?», fue una de mis grandiosas preguntas sentada en el suelo frente a ellos y anotando sus respuestas en un papel. Ellos reían y me miraban con curiosidad. Creo que incluso pensaban que a lo mejor yo desconocía aquellas cosas por las que preguntaba y por eso buscaban la forma de explicármelo para que lo pudiera entender: «Es una bola que están todos los países y ahí vive la gente y los animales, los seres vivos…» Se animaba el primero. No recuerdo quién de los tres, pero tras el intrépido o la intrépida, intervenían los demás: «Es una bola que hay muchos países como China, Francia y ésos… Sestao, España y ésos también. Hay muchísimos animales y mucha gente». Aclararé que Sestao es el pequeño pueblo donde vivimos. Al que le daba tiempo a pensar un poco más buscaba la respuesta más impresionante, y se le ocurría lo siguiente: «Es una bola muy grande que también viven más bolas, y que está de noche, pero algunas veces está de día, y sigue más noches… y después los animales. Los animales a mí me gustan, los perros mucho.» Creo que eso fue un mensaje cuasi-subliminal de lo que terminaría ocurriendo después.

Con sus respuestas, yo hacía poemas para ellos que les hicieran reír. Creo que en esos días me sentí un poco Gloria Fuertes y disfruté viendo las cosas a través de sus curiosos ojos. Hoy el tiempo ha pasado para todos y, no sé si para bien o para mal, nuestra forma de mirar se ha ido identificando, y aunque cada uno de ellos tiene su propia forma de observar el mundo, hay días en que añoro aquella manera de descubrirme un mundo que, de adultos, deja de sorprendernos.