En mis sueños, a contraluz, te imagino vestida de rocío envuelta en tus sombras, deteniendo tu vuelo sobre el silencio de un amanecer que se despereza lánguido.
Reparando tu aliento para remontar la luz y extender —a tu paso— el estigma de tu esfuerzo.
El vuelo de cada uno depende de la fuerza de sus alas. Cada quien debería ejercitar las suyas en lugar de intentar derribar el vuelo ajeno. Cada uno tenemos una brújula interior que guía nuestro viaje, escuchémonos.
Blanca hendiendo el gris infinito arrastras en tus alas el peso de esta lluvia de lágrimas saladas.
Solitaria atraviesas tempestades alzadas como barricadas por retener tu herido vuelo, por arrastrarte a su infecunda orilla.
Gigante tu sombra a contraluz que oculta el alma que se bate entre los cabos que abandona al aire un mundo que se derrumba.