Me empapa la fragancia de tu naturaleza, tierra salvaje de tormentas y de fuego.
Como ofrenda alcanzo el bastión que me retiene en tus playas donde mi viaje concluye como ola mansa, anclándome al eco que en tu pecho retumba, enronquecido, como el trueno.
Y en esa brisa serena de tu aliento, descubre el alma cómo detener el tiempo.