ANTES DE QUE ROMPA A LLORAR LA NOCHE

Antes de que rompa a llorar la noche
y para, con su cuerpo negro, el alba,
habré jurado nunca más morir
aunque quisiera despegarse de mí el alma.

Antes de que nadie me retoque,
y al cielo abra las entrañas
mis labios, orarán, ya sin pudor…
Porque así sea,
así lo pido a Dios.

Pero, ¿y si el alma me dejara?
Si así fuera,
¡que me entierren las palabras!,
que me sobra del sepelio, el orador,
el ataúd mortuorio
y hasta su angosta morada.

Que seguro tendré la prisa de saber
si existe el sol más allá,
en la porción que me toque de la nada.

—Y volverá el hombre—
Juan Camacho

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