DISTANCIAS

Paseas,
lo murmura la brisa
que reverbera en mi oído
con el eco de tu voz.

A lomos del viento
—intrépido jinete—
persigues mi desamparo
arrancándome, como hoja en transición,
del lugar en el que pendo
cuando tu ausencia me envuelve.

Y me elevas, me revuelves,
juegas a dejar que caiga para luego retenerme,
acaricias mis esquinas recorriendo mi contorno,
te cuelas entre mis sombras para prender esa llama
en la que habré de quemarme
cuando tu aliento la avive.

Arañas mi silueta, premeditado tormento,
y tiemblo, mientras espero la mordedura fatal,
devolviéndome la imagen de la voluntad rendida
a la pasión, al anhelo,
que tu osadía alborota ignorando mi agonía.

Como señor de mis horas, de mis noches, de mis días,
conocedor de mi alma, de mi pulso y de mi carne,
seduciendo el pensamiento, el ímpetu, la lucidez,
atravesando el espacio, surgiendo como energía
que envuelve todo mi cuerpo
y te acerca, al fin, a mí.

Tras la niebla

Idoia Mielgo Merino_firma

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