ENCUENTROS ESTIMULANTES

Escribo estas líneas impulsada por mis ganas de compartir experiencias. Mi intención es ahondar y conocer más sobre la autora que voy a introducir en esta crónica, pero siento la impaciencia de explicar mi elección, de anticipar qué me ha movido a elegirla, qué me ha aportado, por qué me ha resultado estimulante y notable.

Abordar la literatura es navegar por mares de letras, de conocimiento, de experiencias, de actitudes, de vidas, de inquietudes, de sacrificios… inmensos. Aprender y aprehender es la máxima que debe motivarnos a quienes amamos las letras y su poder para mantener un rumbo que nos lleve a buenos puertos.

Conocía someramente a María Zambrano. Asimilaba su nombre con autoras del género novelístico, pero sin concretar realmente el género de su obra, su trayectoria, su historia, su vida… que es lo que nos acerca a cualquier autor.

He descubierto en María Zambrano la persona que materializa en grafías aquello que siento en todo lo relacionado con la poesía. Añadir además que siempre he sentido interés por la filosofía, con la que tonteé un poco durante mi época estudiantil y que he seguido, de refilón, en distintas épocas de mi vida. Adentrarme en el conjunto de reflexiones que nos descubren distintos puntos de vista, el origen de las corrientes del pensamiento, preguntas que surgen en el origen, que marcan caminos, para poder trasladarte a través de preceptos atemporales que fundamentan aquellos por los que nos regimos en la actualidad y encontramos, tal y como María Zambrano dice, «en la filosofía, al hombre en su historia universal, en su querer ser».

Tiene una extensa obra repartida entre el compromiso cívico y el pensamiento poético. Su «razón poética» no indica solo la contaminación entre filosofía y poesía, pretende aunar dos fenómenos: la revelación de lo originario y la creación poética donde «la belleza tiene que ver con la fidelidad a lo originario» (Introducción al pensamiento estético de María Zambrano, Logos, n.36, (2003), p.217.), porque todo arte es lenguaje, palabra poética. «A través de la misma se detiene el tiempo, la raíz del misterio de la trascendencia».

En su obra, María Zambrano entrelaza el camino de la filosofía y el de la poesía, muestra la relevancia y dimensión de cada una y su lugar, así como la coexistencia de ambas. Y como ejemplo, este pequeño botón:

«Pero hay, por el pronto, una diferencia; así como el filósofo si alcanzara la unidad del ser, sería una unidad absoluta, sin mezcla de multiplicidad alguna, la unidad lograda del poeta en el poema es siempre incompleta; y el poeta lo sabe y ahí está su humildad: en conformarse con su frágil unidad lograda. De ahí ese temblor que queda tras de todo buen poema y esa perspectiva ilimitada, estela que deja toda poesía tras de sí y que nos lleva tras ella; ese espacio abierto que rodea a toda poesía. Pero aun esta unidad lograda, aunque completa, parece siempre gratuita en oposición a la unidad filosófica tan ahincadamente perseguida».

En un principio había pretendido que esta crónica fuera una pincelada breve sobre mi lectura de esta autora. Imposible. Creo que ha abierto en mí una necesidad de expresar, compartir y analizar lo que a través de su trabajo ha dejado. Prometo dedicarle un espacio en mi rinconcito poético, así como una mención especial sobre su vida y obra en el de Lecturas. Yo, de momento, voy a seguir paladeando Filosofía y poesía de María Zambrano.

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