Negro mi mar hoy.
Negro como los jirones de mi alma.
Negro mi pelo y negros mis ojos.
Lame la arena negra que corrompen mis pies.
Bajo un negro cielo cegado de tormentas.
Contemplando a lo lejos los restos de mi naufragio.
Se obstina la espuma en salpicar mi ánimo,
manteniéndose alba a pesar del espectáculo
y la afrenta del negro salado de mis lágrimas.
Mi cuerpo depuesto,
mascarón de proa que se va perdiendo.
Y las olas rugientes que me llaman a gritos,
intentando arrancar la negrura que desprendo,
agitándose ante mí, estandarte baldío.
Ojala que la brisa se volviese tornado,
destruyendo esta imagen,
de negro aciago.
—de Tu voz poeta—
