Háblame de otros mundos, llévame hasta su escondite y muéstrame como se ve el mundo desde allí.
En la distancia quizás no vea cómo los grandes edificios se abren entre un espeso y lóbrego celaje, mientras las calles tosen de impaciencia y las personas enferman, ciegas, sordas, afónicas… incapacitadas para sentir.
Sobre un mar de ilusiones, yaciendo entre palabras, pintaremos escenarios nuevos, nos vestiremos de optimismo bailando al filo del precipicio.
No estamos locos, no, ¿te ríes?, he ahí el antídoto para el padecimiento de este siglo.