GALARDONADOS CON EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA. 1902. Theodor Mommsen

Theodor Mommsen nació en Garding (una pequeña localidad de la región de Schleswig-Holstein que por entonces pertenecía a la Corona de Dinamarca) el 30 de noviembre de 1817. Hasta los diecisiete años vivió junto con sus hermanos (August, Tycho y Marie) bajo el influjo y educación del padre, el predicador Jens Mommsen de Oldesloe, quien le introdujo en la cultura y lenguas clásicas. Sus hermanos también fueron figuras relevantes desde el punto de vista intelectual y científico. August Mommsen se dedicó sobre todo al problema de la cronología de la Antigüedad, el otro hermano, Tycho Mommsen se dedicó al estudio de Píndaro y de la poesía. El joven T. Mommsen se destacó tempranamente en una rica, exigente y formadora educación, y su vocación y su carrera se orientaron decisivamente en 1838, cuando se matriculó en la Facultad de Derecho en la Universidad de Kiel, donde se doctoró en Derecho (1843).

Tras su doctorado ganó una beca del gobierno danés que le permitió viajar a Francia e Italia, donde conoció la obra de Bartolommeo Borghesi y estudió las inscripciones napolitanas. En sus primeros años se dedicó y enseñó derecho romano, particularmente pandectas (recopilación de varias obras de derecho civil que Justiniano colocó en los 50 libros del Digesto y, además, del código del emperador que contiene las novelas y las constituciones) en Leipzig, Zürich y Breslavia.

A los 44 años, en 1861 hasta 1887 su centro universitario por excelencia fue Berlín, enseñando y cultivando la historia antigua romana. Desde 1874 fue secretario permanente de la sección de filosofía e historia de la Academia Prusiana de Ciencias.

«Cuando el hombre ya no encuentre placer en su trabajo y trabaje solo para alcanzar sus placeres lo antes posible, entonces solo será casualidad que no se convierta en delincuente».

Infatigable, prolífico, perseverante, apasionado y realista. Nada lo detuvo en su incesante accionar científico y productivo; inclusive hasta su muerte en Berlín, todavía estudiaba y se ocupaba del Codex Theodosianus, de los Monumenta Germaniae Historica, de inscripciones, de normas jurídicas, en fin, de la historia romana y del presente. Historia, epigrafía y derecho fueron el tríptico que, constante y regularmente, jamás abandonó Mommsen en sus 60 años de productividad sostenida. Por otra parte, el Mommsen gigante, erudito, intuitivo y con una visión holística de la cultura romana en la que unió la historia y la jurisprudencia, la filosofía y la arqueología en un todo (Demandt, 1990: 285-307), era también un ciudadano y político interesado en la vida pública. Se empeñó y se asoció al movimiento liberal y fue electo diputado por aquel partido en dos ocasiones, entre 1873 y 1884. En su vida política tuvo más de algunos encontrones y fuertes disputas. Defendió activamente la revolución de 1848, por lo cual fue destituido de la Universidad de Leipzig y en 1881 el mariscal Bismarck se querelló contra Mommsen por injurias. Conocido como un gran crítico de su tiempo, trabajó como periodista, defendiendo los intereses liberales y democráticos; tenía un respeto profundo por todas las razas (fustigó el antisemitismo).

Según propia definición era un animal político interesado en las cuestiones de su tiempo. Vivió la vida intensa y humanamente con los problemas y transformaciones de su tiempo. Hombre de temperamento indómito y combativo, luchador por naturaleza, y trabajador concienzudo, la personalidad de Mommsen puede ser reconstruida a través de sus diarios de viaje a través de Francia e Italia durante 1844-1845, así como la correspondencia con su yerno Ulrich von Wilamowitz-Moellendorff, Otto Jahn y Theodor Storm. Su visión histórica siempre fue positiva, de confianza en la humanidad. El objetivo de la humanidad siempre debía ser la cooperación armoniosa entre las naciones. La preeminencia del Estado romano sobre las ciudades y la ulterior equiparación de Italia con el resto de las provincias le parece a Mommsen comparable con el final de las ciudades libres alemanes.

«En el siglo II se nombraron para las ciudades libres correctores, en griego logistai, ad corrigendum statum liberarum civitatum. Por primera vez se procedió enérgicamente en Acaya y en Siria; en Italia se tuvo algo más de reparo, pero paulatinamente también partes importantes de la administración pasaron a ser supervisadas. Así se preparó la equiparación de Italia con el resto de las provincias. Preferentemente -es algo característico- estos curatores procedían de otras provincias, a menudo se trata de senadores que se encontraban fuera del ámbito de servicio de la comunidad y de sus límites. La medida fue tan prudente y bienhechora como lo fue el  para el Imperio alemán el final de las ciudades libres y su miope y estrecha política de campanario»

El otorgamiento del Premio Nobel en 1902 es, en parte, un reconocimiento y tributo a su productividad, pero por sobre todo, a ese incesante estudio de la república romana. Ha sido el único historiador (con la excepción de W. Churchill como hombre de Estado) a lo largo de la trayectoria de los nobeles en obtener el premio en la mención de literatura. En la entrega del Nobel en diciembre de 1902, éste no estuvo presente. Mommsen tuvo, sin duda, una pureza intelectual intachable, respondiéndole a su hija Marie –a propósito de los grandes historiadores– «no hija mía, tú me asustas; yo no pertenezco a los grandísimos. Yo sólo tengo talento de organizar y esto es todo».

Resumiendo, podemos decir que Mommsen es aún hoy admirado por su maravillosa actividad, su profundidad y altura de miras, la exactitud de su punto de vista científico y la universalidad de sus conocimientos.

OBRA:

Mommsen fue un humanista prolífico, su producción científica es realmente impresionante, a los dos años de su muerte su bibliografía completa abarcaba 1513 títulos, con cerca de 40.000 páginas, y sus trabajos jurídicos, filológicos, epigráficos y numismáticos son referentes fundamentales para los especialistas.

Firma Theodor Mommsen

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