Pudiera ser
que cada momento compartido,
se acumula en la memoria de nuestras pieles,
de nuestros cuerpos
y que poco a poco,
éstos olvidan la prudencia
y se buscan,
y se encuentran,
y uno se siente más uno…
Pudiera ser, así mismo,
que a medida que los sentimientos
se nos entierran dentro,
este nuevo uno vive,
con creciente intensidad
cada segundo,
cada mirada,
cada caricia,
cada beso,
cada…,
y así, infinitamente.

—Entre la niebla—