Pudiera ser que cada momento compartido, se acumula en la memoria de nuestras pieles, de nuestros cuerpos y que poco a poco, éstos olvidan la prudencia y se buscan, y se encuentran, y uno se siente más uno…
Pudiera ser, así mismo, que a medida que los sentimientos se nos entierran dentro, este nuevo uno vive, con creciente intensidad cada segundo, cada mirada, cada caricia, cada beso, cada…, y así, infinitamente.