Algunas noches, que se parecen a esta, suenan ahí afuera voces que me templan por dentro, y entonces, surgen extraños versos que titilan como sueños indecisos. No hay ni una gota de ron en el vaso y las sombras son, por así decirlo, ese turbio mensaje de sima y locura. En esas noches de dolor secreto los relojes se quiebran para contemplar con calma el rostro fermentado de mis días.
En esa quietud, piedra a piedra, deletrear los abismos con tanto sosiego es iniciar el último vuelo.