Lo cierto es que he pasado por lugares que invitaban a sentarse, disfrutando de una buena lectura bajo los árboles, o junto al río, o sentada en un banco de cualquier paseo aprovechando la poca actividad social existente.
Un momento perfecto para un poemario… Benedetti, Buesa, Salinas, Pizarnik. Y aludiendo a ésta última, terminaré con sus palabras: «Ahora / en esta hora inocente / yo y la que fui nos sentamos / en el umbral de mi mirada».