
Samantha Harvey_ True colors (Cover)
Se me va haciendo difícil no estremecerme con cada revés que me propina la vida, sintiendo el coraje escapar de forma abrupta, como quien recibe un fuerte golpe en el estómago capaz de vaciar el aire de los pulmones. Como la hoja que en otoño intenta aferrarse a su rama, trémula, ante la perspectiva de abandonar su quietud. Porque en éste, mi otoño, mi alma busca más que nunca la quietud. Esa quietud que permite el descanso de la mente.
No puede decirse que los cimientos donde he intentado asentarme hayan sido completamente firmes, sin embargo, pese a las sacudidas inevitables de la vida, me sentía capaz de soportarlos imbuida en el brío y resistencia que la juventud parece conceder. Esa edad extravagante capaz de transformarnos —como esos personajes de ficción— en colosos. Sin temor a sostener el mundo entre las propias manos si fuera necesario. Pero a lo largo del camino, han sido muchas las veces en que mi travesía se ha transformado en tierra que parece desintegrarse a cada paso que se ha de dar.
Más a menudo de lo que desearía, me veo enfrentada a momentos de pánico en los que la angustia y el miedo oscurecen la sombra de mi mañana removiendo mi presente. Son instantes que no me permiten hacerme eco de todas esas premisas, o eslóganes, que se lanzan como revulsivo de la desesperanza y la rendición.
Sin embargo, tras cada batalla superada, he perfeccionado métodos para desterrar la ansiedad. El más eficaz suele ser la música. Y lo cierto es que son muchas las ocasiones en que lo logra, pero tiene una contraindicación, como toda medicina —incluso la del alma— y que consiste en que de igual sutil forma con que barre la desazón de mi interior, también suele arrastrar mi vulnerabilidad dejándola expuesta al salobre aguacero que suele seguirla.
Así y todo, no dejo de acudir al dispensario musical cada vez que los síntomas logran afectarme. Afortunadamente, junto a la música, cuento con otro buen remedio para formar una alianza capaz de brindarme garantía de recuperación, la escritura. Y aquí estoy, escribiendo y escuchando música una vez más. Mis compañeros de armas en días difíciles.