MI HOMENAJE A LAS MUJERES

Mujer. Flor en el principio de los tiempos. Propia del jardín del Edén. Frágil, misteriosa, superviviente, soberana.

          Así rompiste, tú, umbral de la complejidad de la vida, la ternura que la gracia te concedió. Celoso de su misterio, de su entereza. De aquello que escapaba a tu comprensión, a tu dominio… masculino tú. Te aislaste en una burbuja de narcisismo y salvajismo. Te erigiste dador del pan y la vida relegando los votos de entrega mutua a un mero contrato mercantil.

          Mas ella persiste, a pesar de las inclemencias, ajada la piel y los sueños. Portan sus manos los añicos de piedras que recibe de ti.

          Terca mariposa golpeada contra el espejo, dañando su rostro y su voluntad, pero aun así, sosteniendo, entre tanto gris, el rojo de su llama.

          Te pueden vender, cambiar, sepultar, quemar, golpear, matar… Que resurgirás de tus pedazos, parches sobre tu estructura. Frágil e invencible, eso es lo que importuna a la naturaleza guerrera de aquellos que quieren imponerte su voluntad.

          Podrán cubrir tus labios con las más finas sedas o el más basto esparto forzando tu voluntad de manifestar. Pero siempre resurgirás, brote de vida en tierra estéril.

          Te interpondrás entre las voces y el reposado ambiente en el que se ha de desarrollar tu simiente.

          Te romperás en pedazos y estos formarán un puzle que tan solo otras de tu género sabrán componer.

          Evitando la ceguera y la lástima, el llanto y la autocompasión. Lanzando mensajes de socorro a través de los mares que surcamos. Rompiendo mordazas, desoyendo órdenes, acallando sollozos.

          Recuperando cada pieza que hemos ido perdiendo en nuestra evolución. Superando el amor que mata. Lanzándonos a un pulso en igualdad entre hombre y mujer.

          Somos parte de la madre tierra y como tal, recogemos nuestros desechos para abonar el campo futuro donde habrá de crecer una nueva generación más segura, más firme.

          Guardiana de la vida. Portadora de la belleza. Transmisora de la luz. Habrás de conseguir convencer a aquel que te sujeta para que cambie las cadenas por una atmósfera donde pueda prosperar la esperanza a través de nuevos brotes de una vida no marcada por su género, sin límites… preservados por la llama de la fe.     

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