BLUE

Hay días que a una parece peinarla -o despeinarla- un aire melancólico que se empeña en revolver no sólo el pelo, sino los pensamientos en general.

Y las palabras que van emergiendo de entre los labios, de entre los dedos, de los rincones que la mirada escarba, parecen caer lánguidas, como saturadas gotas de lluvia estival.

Son días que invitan a ocupar cualquier escondrijo, juntar las rodillas contra el pecho rodeándolas con los brazos, y espiar al mundo, a resguardo en la quietud de un paréntesis.

Hay días que los párpados pesan y caen como gruesas cortinas, zambulléndonos en un interior acuoso e inundado de imágenes que buscan palabras: las que quizá fueron dichas, las que tan sólo se susurraron, las que ni siquiera abandonaron la guarida del alma o las que aún quedan por decir.

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