EN EL PANTANILLO

                                                                                              A don Federico Valle

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Mis dedos teclean iguales… (acaso contribuyan con sus ruidos a aumentar los fondos de los ruidos naturales).
Las voces se elevan queriendo matizar las aspiraciones de soledad a que obligan los espacios. Cánticos pujantes de fragancia primaveral caen sorpresivamente en la niebla. Los espacios espesan las notas. Labios cerrados por arrugas hábilmente conseguidas. Labios plegados sobre dientes felices. Labios que ríen bajo la opresión tensa del ungido manto de varios tonos (yo rojo, tú azul, él verde, ella gris…). Comienza la lid cromática. Cada color requiere un espacio mayor en la tela. Claro que ninguno quiere sucumbir. Claro que ninguno desea disolverse anónimamente. Y así se sigue, así se camina, así se mira esfumar las blanco-negras hojitas de este calendario que transpira el sudor de un calor intangible.

Alejandra Pizarnik

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