a pesar de continuar donde estamos hay veces que la distancia parece crecer.
En ocasiones un silencio se entierra más profundamente que las palabras repetidas, quizás oí tu silencio.
Te ofrezco espejismos que rompen contra los arrecifes que rodean estos días, convirtiéndose en espuma.
Y tú esperas… perseverante, imperturbable. Te imagino arena en espera de la caricia del mar. Te sigo buscando escondida entre mis inquietudes, exiguo consuelo, lo sé; ni siquiera las manos, esas que, al pasear, se prenden a las tuyas me responden.
Mi interior se agita, impaciente,
ante la ausencia de indicios que anuncien que ya todo está en calma.
Amaina la tempestad, despacio… Y yo,
necesito del refugio que me descubrieron tus brazos.